Cuando en 2011 se legaliza en Nueva York el matrimonio entre dos personas del mismo sexo, Ben y George, que llevan 39 años juntos, deciden casarse. Poco tiempo después despiden a George sin explicación alguna de la escuela católica donde enseña música y pierden su piso en Chelsea. Una pareja gay de policías acoge a George, y Ben se va a vivir a casa de su sobrino en Brooklyn. El constante esfuerzo para ser amables, tener la obligación de vivir en casa de otros y la preocupación por un futuro incierto son motivos de estrés para todos.